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tancarloscomoyo

laberinto de una sola línea (variación 2)

 

Conocedor de la personalidad de su víctima —respetuosa a ultranza de leyes, normas y reglamentos—, el asesino dedicó toda una noche a cambiar señales de tránsito y dirección, nombres de calles y números, y alteró de este modo la topografía y la circulación de una parte de la ciudad.

Al día siguiente, la víctima asumió las novedades como una mejora en la cosa pública y, al seguir las señales que lo llevarían al trabajo, desembocó con su automóvil en un precipicio homicida, aunque lógico.

 

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