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tancarloscomoyo

alagartado

 

Se despertó alertado por su propio aliento pesado, ronco, desconocido.
Abrió los ojos y vio su cuarto deformado, sintió el cuerpo zoomorfo, la aspereza de las escamas que rozaban el algodón de la sábana, en un segundo entendió todo.
Pensó: soy Samsa, y antes de escuchar fatalmente los golpes en la puerta se arrastró pesadamente hasta la ventana y se arrojó al vacío.

 

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