esencia
Escribí una novela, la empecé a corregir y fui suprimiendo párrafos, podando lo superfluo, quitando palabras y palabras. Quedó transformada en un cuento. En mi afán de buscar lo esencial seguí con la corrección y el cuento quedó resumido a su núcleo, pero ya era un poema. Aún así continué quitando, como el pincel del arqueólogo que descubre el hueso. Solamente quedó, plantada firme en la tierra, abriendo sus brazos al cielo, la letra Y.
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