laberinto de una sola línea (variación 1)
Quizá en los breves instantes en que se precipitaba en el vacío, pudo intuir la fatigosa tarea del asesino que había cambiado todas las señales de tránsito y dirección, todos los nombres de las calles y la numeración del camino que él hacía todos los días en su automóvil para llegar al trabajo.
Ese día, cuando notó los cambios y empezó a seguir el nuevo trayecto, su respeto inclaudicable de normas y reglamentos le sugirió que las novedades serían una mejora en la cosa pública. Solo advirtió la trampa cuando desembocó en el precipicio homicida.
0 comentarios