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tancarloscomoyo

Cronicón

registro de escritores

Gracias a Fundación La Balandra por esta hermosa iniciativa

https://registrodeescritores.com.ar/project/carlos-ardohain/

 

 

silos en el agua

silos en el agua

Aquí se anunciaban los once del patíbulo

 

Cuando todo era víspera, aunque quizá ya hubiera decisiones tomadas:

http://www.todoliteratura.es/noticia/7677/

 


el cuaderno, número 47

el cuaderno, número 47

 

salió el número 47 de El Cuaderno, con un homenaje al aniversario de Rayuela

http://elcuadernoculturaldelavoz.blogspot.com.ar/2013/07/el-cuaderno-47_2.html?spref=fb

 

un año de transformaciones

un año de transformaciones

ayer y hoy

ayer y hoy

 

La Plata-Montevideo, 1981-2011, pintura-fotografía, registro de encuentros casuales,

¿el mismo señor?

 

 

año nuevo

año nuevo

24–25/12/10

24–25/12/10

foto

foto

 

Había una foto en la que estábamos con mi hermano menor en el frente de la casa en el día de su primera comunión, parados mirando el objetivo delante de la puerta de entrada, los dos de pantalones cortos, él con su traje de ceremonia color gris, guantes blancos, un rosario en la mano y el moño blanco en el brazo izquierdo. Se nos veía contentos, los pies juntos, el cuerpo tenso y la sonrisa típica de estar haciendo fuerza para no largar una carcajada nerviosa y feliz. Peinados a la gomina, él un poco delante de mí, ocupando un lugar central en la pequeña entradita del porche. El detalle simpático de la foto era que a pesar de que los fotografiados éramos nosotros, también estaban en la toma nuestros padres. Al costado izquierdo de la imagen está nuestra madre parada, observándonos orgullosa y tranquila, pensando que la foto no la incluía, pero, quizá por impericia de la persona que la tomó, el encuadre fue mayor de lo que se suponía y el plano abierto incorporó al testigo que pensaba estar en bambalinas. El caso de mi padre es distinto. La puerta de nuestra casa tenía en la parte superior un ventanuco que se abría desde adentro a modo de claraboya o banderola. En el momento de la foto él abrió esa banderola y se asomó por ella para ver la escena, de modo que se puede ver detrás de nosotros la banderola abierta y los ojos y la frente de mi padre mirando al objetivo, al fotógrafo, a sus hijos fotografiados y al espectador, y quizá, por qué no, al futuro. Siempre me dio ternura la ingenuidad delatada por esa actitud suya, como si hubiera pensado que al estar casi todo su cuerpo oculto por la puerta, la parte de él que asomaba no fuera a verse, o como si el hecho de estar detrás nuestro y de la puerta lo hiciera invisible y él pudiera ver sin ser visto. No sé por qué no estaban juntos en ese momento, por qué ella estaba afuera y él adentro. En esa foto la casa también era joven, le faltaban partes que cuando creció en edad y tamaño se le fueron agregando. No estaba la ventana del comedor que daba a la calle al lado de la puerta de entrada y todavía no se había construido el garage ni la habitación y el baño encima del garage. Era la casa de la infancia y la infancia de la casa.

Pasaron los años y las décadas, la casa se hizo vieja, mi madre enfermó y unos años después murió. Mi padre se hizo anciano, y cuando vino a vivir conmigo, lejos de la ciudad de la costa, pusimos la casa en venta. Fue algo lento, ya que hubo que hacer la sucesión de la parte de mi madre y todo tardó mucho. Pero un día el trámite se completó, apareció un comprador y la casa se vendió. El día que viajé a firmar el boleto en nombre mío y de mi padre pasé por la casa a despedirme. Llegué muy temprano y entré como quien entra al pasado. No habíamos tenido tiempo ni oportunidad de sacar los muebles y los objetos, de modo que la casa se vendió con lo que tenía adentro. Todo estaba detenido en el tiempo y cubierto de polvo, en las paredes colgaban fotos familiares y daba la impresión de que todos los habitantes hubieran muerto o desaparecido pero los objetos los esperaran todavía. Cuando fui a la cocina me sorprendió ver que por debajo de la puerta que daba al patio se habían metido ramas que recorrían el piso de la cocina como si fueran la avanzada de una invasión incipiente. No sé por qué yo había llevado conmigo esa foto del día de la comunión de mi hermano, y estando dentro de la casa lo recordé, la saqué de mi mochila y la puse dentro del primer cajón de la cómoda de la habitación de mis padres. Después abrí la puerta de calle y salí de la casa para siempre.

andrea

andrea

 

 

 

buen día, día

buen día, día

un tal carlos ardohain

Una historia de amor que terminó en tragedia    

domingo, 06 de septiembre de 2009

Encontraron el lugar donde cayó el avión de un precursor e intrépido piloto que llegaba a visitar a su novia que residía en un Hotel de Sierra de la Ventana.
El aviador murió calcinado en el lugar.

Carlos Polak, del programa “Raíces de nuestra Gente” de Tornquist, efectuó una entrevista a Redento Musso, vecino de esa localidad, de 93 años, y en dicha nota, Redento contó la historia de la caída de un avión en Tornquist en el año 1926.

Se trataba de Carlos Ardohain, de muy buena posición económica por ese entonces, oriundo de Cabildo, que solía visitar a su novia en Tornquist y viajaba en su avión, con el cual había logrado en 1924  el récord de altura de 3500 metros.

La novia de Ardohain vivía en el hotel Santa Lucia, hoy abandonado frente a las vías del ferrocarril, él dejaba su avión estaqueado para que no se lo llevara el viento en la cancha del club Unión.

El destino quiso que a unos 1000 metros por el camino vecinal a Tres Picos, el avión sufriera un desperfecto por un incendio, y en el afán de querer aterrizar en el camino se enganchó en los cables de teléfono, se incendió y el piloto murió quemado. En el lugar se levantó una lápida  que rezaba: “ El 27 de Febrero de 1926 cayó aquí, mártir de su ideal, el joven e intrépido aviador civil Carlos Ardohain, que en paz descanse”

El Presidente del Instituto Newberiano de Buenos Aires tiene previsto efectuar un acto homenaje el 27 de Febrero de 2010, cuando se cumpla un nuevo aniversario, para pasar con el avión del aeroclub por el lugar y arrojar flores a la vieja usanza.

Noticias Tornquist

umbral

 

Abrí la puerta y del otro lado no había nada, o mejor sí: vacío, espacio continuo y luz.
No me sorprendí, después de todo era el otro lado, y en el lado anterior había demasiado de todo, como su contrapartida. A punto estuve de volver a cerrarla y desandar mis pasos, pero no lo hice.
A punto estuve de dar un paso hacia delante, pero no lo hice. Me quedé ahí inmóvil, mirando y sintiendo la tensión de ser el nexo, la intersección, el pasaje.

 

 

abril

 

Abril es el nombre de un mes, el título de una canción de P. J. Harvey y también el nombre de algunas chicas que ahora deben tener quince o dieciséis años. En abril un general borracho invadió territorio ocupado por Gran Bretaña y nos llevó a una guerra y a una derrota anunciada. En esa época mi hijo estaba por nacer, pero no nació en abril, nació en mayo, ya en guerra plena. Cuando yo era un niño no podía pronunciar abril, me salía “abrir” y todo el mundo se reía, todo el mundo menos yo, que me ponía a llorar pensando que se estaban burlando de mí.
En el hemisferio norte hubo alguien que dijo que era el mes más cruel, acá no lo es, porque la memoria y el deseo se juntan en otra época, pero eso siempre me quedó dando vueltas. Lo de la memoria y el deseo, digo. Como me quedó dando vueltas eso de que “en mi fin está mi principio”. Me gustaría decirle estas cosas a mi sobrina Andy, conversarlas con ella, estoy seguro de que las entendería. En especial lo de “en mi fin está mi principio” y esta otra frase que está un poco antes: “en mi principio está mi fin”. Parecen especulares pero no lo son, o no del todo. Con ella me gustaría hablar esto, pero ella no está, también se fue, también en abril. Ahora que lo pienso, yo creía que la entendía y sin embargo no era tan así, nunca supe hasta dónde sufría, hasta dónde le dolía vivir. Me acuso de necio, de ciego, de poco sensible, pero todo esto no sirve de nada. Ella no puede escucharme y yo no puedo leerle a Eliot. Hace dos días estuve en la estación de Ringuelet, hace quince años le saqué unas fotos ahí, se había cortado el pelo muy cortito, a lo varón, estaba tratando de salir de una mala época y yo le dije que le quedaba bien, que estaba linda, y me sonrió. Hicimos unas fotos que me parece que le gustaron, de esas fotos no tengo ninguna. Pero tengo el recuerdo, y lo tengo muy fresco. No puedo hablar de ella con casi nadie, y tal vez tampoco pueda escribir sobre ella y esto termine abortado. Tengo que mantener la emoción a raya o esto se va a la mierda. Lo intentaré. Ella quería ver el sol de frente y lo miraba con los ojos abiertos, a sabiendas de que eso podía cegarla. Ella quería todo y sometía su cuerpo a esa sed. Era una humana del mañana, que periódicamente se vaciaba en lágrimas, entrenada en perder lo que más quería. Exploradora de la incompletud. Habitante de la zona media, puente y transmisora. Y a la vez la que soporta la tensión, hasta que no se soporta más. A veces daba la impresión de vivir como si estuviera pendiendo de un hilo, de una relación, de un proyecto, de una idea. Quizá por eso (ahora lo conjeturo), eligió morir así, eligió ese modo de irse. En mi principio está mi fin.
Para dejar de vivir cuando uno lo decide hay que poner el cuerpo, entregarlo. Constituye un sacrificio, una inmolación. La única llave para abrir el paso a otro mundo, más allá de la vida. Abrir en abril.
Ella tenía una pintura de una mujer crucificada, que a pesar de estar en ese trance sonreía, como si hubiera logrado su propósito, como si hubiera llegado a la meta. Creo que se identificaba con esa imagen. Y tenía otra pintura, de un personaje sumergido en el mar, solo y abandonado bajo un cielo hermoso pero amenazante, con una expresión desolada y triste. Estoy seguro de que con esa imagen también se identificaba. Ambos personajes inclinaban la cabeza hacia la derecha.
Tenía una tendencia muy fuerte a ayudar a las personas que la rodeaban, y una imposibilidad profunda de ser ayudada, de ayudarse a sí misma. Muchas veces parecía autodevorarse. No hablo de destruirse, hablo de comerse, fagocitarse. Alimentarse de su propio cuerpo, y terminar excretándose a sí misma. Una comunión solipsista. También el intento de una metamorfosis, una transformación. En mi fin está mi principio.
Ahora abril será siempre un mes triste, un mes de despedida, el mes del adiós.

 

 

nexo bahiense

nexo bahiense

 

una nota lindísima debida a la multifacética Natalia Molina, publicada en Nexo, el suplemento cultural del periódico Ático de Bahia Blanca, el 18/01/09

eso

 

La mierda y la sangre
no mienten
no pueden
no deben no saben
ser otra cosa
que mierda y sangre
vida concreta

 

foto

foto

color local

 

Pintar un cuadro
con la sangre de Sánchez
de Rodríguez de López
escuchar un tango
en un aparato japonés
pintar un cuadro
con café con mate con té
sobre tela de mantel
acaso es color local
lo que te hace falta
la miseria fotografía
muy bien en blanco y negro
pintar un cuadro con carbón
escribir con cal sobre fondo
negro negro negro
hacer una cruz en el medio
con sangre de Pérez
de Giménez de López
qué cosa este país
cada día mata mejor

 

yo no soy mejor que vos, vos no sos mejor que yo

yo no soy mejor que vos, vos no sos mejor que yo

al revés

 

A través de la mañana
al revés de la noche
pasada contra el filo de las noches
que parecen no pasar nunca
que se clavan en la cabeza
como raíces de un árbol muerto
escribiendo otra frase vacía
para que al fin lo que se dice
quede oculto detrás de lo dicho
del mismo modo que los hilos de la lluvia
pueden ser los barrotes de tu celda
de tu suntuosa cárcel invisible
en esta vida brevísima en esta
mañana diáfana que es casi un insulto
al revés de la noche que a pesar
de su reputación no tiene nada
que ocultar todo está desnudo y a la vista
del que quiere del que puede ver
saber
creer
y esto no es todo, nunca lo fue