ex cárcel (h)ado
Unos dos kilómetros más acá de donde llega mi mirada
está la cárcel que pronto no va a estar más que a veces
desaparece en la blanca niebla y otras refulge al sol
que ahora sucumbe ante los mazazos de hombres que tal vez
y sólo tal vez pudieron estar alojados en ella o estuvieron a punto
y es una suerte de venganza o justicia desmoronarla
a fuerza de golpes y sudor a pleno cielo. Dicen que de noche
todavía se oyen voces como gritos y lamentos pero es mentira
dicen que de día hay sombras furtivas o mejor fugitivas
en los pasillos en los pabellones en los huecos de las ventanas
las paredes caen de a poco como la piel quemada en verano
hay un hedor que no sé si se podrá eliminar un olor sólido
a muerto a sufrimiento una ignominia que va cayendo
y la mirada me salta del cuerpo se larga más lejos
se raja más arriba se arroja más atrás
yo la dejo hacer después de todo cárcel no hay
más oscura y ominosa que el juego de persecución
que hace cada quien consigo mismo
las paredes que erige el pensamiento la autoindulgencia
o la palabra ésa, conmiseración, que conlleva miseria
de la que todos quieren pirar rajar olivar aventar
se siente en la piel se huele en el aire no se puede dejar
de mirar el crecimiento de la libertad que empuja hacia abajo
los restos de la abyecta arquitectura desmigajada por las manos
de hombres que en memoria de otros hombres limpian el paisaje
pienso que no hay remedio siempre son unos los que reparan
lo que otros hicieron contra sí mismos y ese vaivén de hacer
y deshacer dibuja ciclos tan inútiles como el polvo y el escombro
que buscan desaparecer en dirección horizontal en la dirección
que sea necesaria para borrar horrores que marcan como estigmas
o tatuajes tumberos la pálida piel de los prisioneros los condenados
los desesperados que no tendrán dicha no tendrán ventura no hay
mirada limpia todavía no hay nada limpio que mirar aún
0 comentarios