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tancarloscomoyo

laberinto de una sola línea

 

Notó los cambios, sí;  pero su respeto inclaudicable hacia normas y reglamentos lo había llevado a pensar que las novedades serían una mejora en la cosa pública.

Alguien había cambiado señales de tránsito y de dirección, nombres de calles y la numeración de ese camino que todas las madrugadas recorría en automóvil para llegar al trabajo. Solo advirtió la trampa al desembocar en el precipicio fatal; y seguramente fue entonces, en los breves instantes en que caía hacia la muerte, cuando pudo intuir la fatigosa tarea de su asesino.

 

 

 

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