Bonarda López
Bonarda López, editada en enero de 2018 por Alción editora.
Finalista en el Premio Herralde de Novela 2014.
Bonarda López, editada en enero de 2018 por Alción editora.
Finalista en el Premio Herralde de Novela 2014.
La ciencia dice que mi tristeza
es resultado de un desequilibrio
químico y hormonal
aunque sea tan honda
que una moneda arrojada en ella
no termine nunca de caer
La ciencia dice que mejor sería
usar esa moneda en comprar
un comprimido o una cápsula
para administrar cada ocho horas
hacer gimnasia, cuatro comidas
diarias y no consumir alcohol
Dice la ciencia que así
tendríamos una vida sana
alejada de especulaciones metafísicas
que no contestan las grandes preguntas
de la vida en esta vida:
¿cuánto cuesta y cuánto vale mi tiempo?
¿cuántos somos en la cama?
¿adónde iremos de vacaciones este año?
mi cuento La vida sucia publicado en el número 9 de revista Visor:
https://issuu.com/visorliteraria/docs/revista_literaria_visor_-_n___9
Me convoco y me acontezco
en esta desgana
que me acomete a la madrugada
y aunque acometer implique
una energía y un énfasis
no hay modo de ganarle a la velocidad
con que se propaga por mi circulación
el derrumbe de la luz
a esa hora estoy más cerca
de encontrarme en un sonido
que viene de la calle
que dentro de mi propio cuerpo
donde no hay espacio
para incertezas metafísicas
sin embargo sé que por fin me dormiré
y cuando abra de nuevo los ojos
el mundo se habrá reconstituido
como si fuera de lo más natural
integrar la obviedad de la existencia
Tengamos en cuenta:
yo podría estar demás
aunque tuviera un saco asombroso
tan apropiado para la fiesta
(me siento tan holgado en él
que no quepo en mí
aunque riera
con mi máxima risa)
yo podría estar mejor
intentando escribir un poema
mientras escucho Talking Heads
(no me hagas caso, llevame al río)
ya perdí la cuenta
de las veces que conté en silencio
mis respiraciones para alcanzar
un estado alfa bética mente
mensurable
un estado equis equis ele
de conciencia
una percepción sinestésica
para alcanzar el cielo
yo podría estar al menos
tan lejos de aquí
allá en el centro de mi destino
pero si me llevaras al río
escucharíamos música entre las ruinas
de la ciudad del pasado
caminaríamos esquivando restos
como si los pedazos fueran parte de un cuerpo
abandonado
tengamos en cuenta
que esto termina pronto
sea una fiesta una farsa o un error
mientras tanto bailemos al compás
del temblor del vaivén temporal
del sinsentido
como ciegos alrededor de un cántaro
en el que cae
intermitente
interminable
mente
una gota
de sangre
La vecina del piso de arriba
riega sus plantas en exceso
y el agua con tierra golpea
en la baranda de mi balcón
salpicando los vidrios de la ventana
como un Pollock desleído
otras veces descubro
pequeñas chorreaduras ambarinas
es el pis de los murciélagos
que duermen en el taparrollo
pero parecen lágrimas de un fantasma
que mirara hacia adentro.
A veces la vida es así
un vidrio sucio
a través del cual los muertos
lloran por los vivos.
Cuatro de la mañana: en algún rincón de mi inconsciente cuelgo ropa recién lavada en una soga en el fondo del mar.
Florecí con un respingo
como si estuviera fuera de estación
pero el sol pero el aire
me anticiparon placer
y la tierra tan tierna
me dio de soñar
pliegues repliegues despliegues
cielos cíclicos antimórficos
no soy flor ya lo sé
pero lo hice para mí
renací perdí la forma
una y otra vez
en la humedad del humus
fui semilla sin sed
pero el sol pero el aire
me reconfiguraron
como si fuera el destino
el que hubiera escrito
esa parte del guión
ir venir y volver a ir
ciclos bucles paradójicos
en este ascensor que me regresa
me encuentro siempre en el espejo
y me desconozco
una y otra vez
Voy
a internarme
quince espacios
a la derecha del margen
para decir
en el medio de la página
que esta es mi voz
para establecerme
en la quietud
del silencio.
Puse la lapicera en la mano
dejé la mano sobre la hoja de papel
y esperé
no pasó nada
la mano no se movió
yo quería un poema
una idea una frase
que pudiera empezar un texto
pero nada
probé decirle palabras
que la motivaran
le dije muerte le dije amor
le dije mamá
le dije tiempo cielo Paraná
y nada
ya desalentado me salió
un tenue reproche
le dije mano… mano…
entonces reaccionó
se movió un poco
empezó a escribir:
“puse la lapicera en la mano
dejé la mano sobre la hoja de papel
y esperé”
Esta mañana
mientras viajaba en colectivo
me enojé con el señor que hablaba
por teléfono en voz alta
porque hablaba por teléfono
en voz alta
me enojé con la señora gorda
que obstruía el pasillo
con su voluminoso cuerpo
porque obstruía el pasillo
con su voluminoso cuerpo
me enojé con el bebé que lloraba
con berridos estridentes
porque lloraba
con berridos estridentes
me enojé con el conductor
que manejaba con brusquedad
porque manejaba con brusquedad
hasta que en una bocacalle
un rayo de sol me encegueció
y tuve que cerrar los ojos
entonces comprendí la verdad:
estaba enojado conmigo
por ser simplemente yo mismo.
Apreté los ojos con furia
y vi al poema del colectivo
avanzar a toda velocidad
para estrellarse violentamente
contra la imposibilidad de mis palabras
de pronunciar belleza.
Ella me dijo:
entre mis muslos hay un mundo
no puedo abrirlos
o todo se vaciará
Ella dijo
(ya no para mí)
mis muslos son mundos
que contienen el aliento
antes de respirar
Ella dijo en voz muy baja
(creo que hablaba sola)
estos muros no son míos
son los pilares mudos
de un ojo ciego
Ella no dijo
más bien pensó:
entre mis muslos está el vacío
que contiene todo
Ella hizo silencio
sus muslos se abrieron lentamente
y la noche cayó
textos y pinturas publicados en el magnífico blog llevado adelante por la incansable Selva Dipasquale. Orgulloso de formar parte de ese proyecto.
http://elinfinitoviajar.blogspot.com.ar/2016/04/carlos-ardohain.html
Oh dios mío
cuánto egoismo cerril
cuánto miedo ancestral
nos impelen a decir dios mío
cuando es claramente el dios de todos
y más claramente el dios de nadie
el nada dios de la nada naturaleza toda
el no dios de la cósmica nada
ni lógico ni matemático ni filosófico
Oh my god
con ese miedo de niño huérfano
abandonado en la oscuridad
que no se atreve ni siquiera a respirar
para no hacer ruido para no
exhalar de sí lo que pudiera ser su ser
lo único que le queda
todo lo que tiene
es decir nada
padre nuestro
que te decimos padre para fingir
que lo eres para sentir
que tenemos uno
no debiera hacernos falta
la mentira de creer
pero abrimos la ventana de los ojos
y tenemos enfrente el cosmos
demasiado grande
demasiado bello
demasiado caos
Aquiles y la tortuga
jugando al ajedrez
la Osa mayor devorando
a la menor
pura y titilante trigonometría
millones de ojos de luz
en la oscuridad eterna
cierro los ojos y los abro para poder
cerrarlos otra vez
oh dios mío
oh my god
el vértigo de estar de pie
en medio del infinito
El reloj tuerto del atardecer
suena surrealista pero no lo es
será que no era tuerto sino cojo
y todo se debía a un error de percepción
cojo porque saltaba de minuto a minuto
con un bamboleo lateral como un
zigzag una sinuosidad nerviosa
y tal vez no fuera el atardecer
sino el alba o esa hora en que la luz
de tan incierta adopta colores imposibles
tiene aire de frontera es puro misterio
quizá no era ni siquiera un reloj
aunque parecía un objeto plano y circular
o cuadrado y ni tan plano ni tan objeto
que no vale la pena describir
podía ser apenas una idea o un concepto
entonces quizá debería haber dicho
la duda maleable del alba
o el arabesco fugaz del tiempo
o el color inapresable del instante
o no decir nada huir de la palabra
solo confiar en el sonido
un tam tam cercano a los latidos
del ritmo de la vida cuando
habita un cuerpo y más tarde
a ese cuerpo se le da por la metáfora
como si valiera la pena como
si tuviera sentido como si
se pudiera atrapar en palabras
el misterio inefable de estar vivo